Resiliencia
Estaba de viaje por trabajo y ya había notado que mi teléfono móvil tenía problemas con el WiFi y el GPS. No le había prestado atención y simplemente me sentí seguro de poder conducir a la casa de mi hermano confiando en que el móvil “recapacitaría” y esperar llegar para cambiar el móvil. De camino me di la pérdida del siglo. Al ver la vía hacia el aeropuerto me reorienté y pude encontrar mi vía hacia la casa.
Igual sucede con las empresas cuya gestión depende de soluciones tecnológicas para operar. Somos muy tardos en buscar soluciones a problemas latentes, sea por dejadez o sea por algún otro motivo no económico. Pero, ¿está solución sería definitiva en caso de una interrupción del servicio? ¿Será suficiente tener un generador de respaldo para no tener interrupción eléctrica? ¿Nos dará continuidad operativa tener un servidor más potente? ¿Será la nube pública la solución a todos los problemas tecnológicos?
La Real Academia Española define la resiliencia como la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos.
En términos tecnológicos, la firma de consultores McKinsey define este término como la capacidad de los sistemas de TI para soportar ciertos tipos de fallas y, sin embargo, permanecer funcional desde la perspectiva del cliente.
La resiliencia tecnológica se ha vuelto más relevante en la Economía Digital que hoy nos abocamos a bendecir. No basta tener todo el avance tecnológico a disposición: súper computadoras, respaldos en la nube, alta conectividad. Se requiere de más. Se necesitan estrategias de continuidad operativa, de comunicación externa e interna, de contar con múltiples vías de llegar al cliente.
Ejemplos sobran para tener la resiliencia en cuenta:
Múltiples servicios digitales se vieron interrumpidos por varios incidentes (07–12–2021, 15–12–2021, 22–12–2021) en la disponibilidad del prestador de servicios de nube AWS.
Las fallas de seguridad en Log4j está arruinándole las fiestas navideñas a muchos profesionales de ciberseguridad.
Delta Airlines se vio seriamente afectada por un incidente en los generadores de su data center principal en Atlanta, GA.
Colonial Pipeline, el gasoducto más grande de los Estados Unidos, fue hackeado provocando escasez de combustible en toda la Costa Este.
Todos estos casos son de mayor relevancia en todo el mundo, tanto por su impacto en las transacciones en línea, como por lo que representa a cada uno de sus clientes.
Para lograr una resiliencia se deben tener recursos tecnológicos, procesos y recursos humanos, primando este último porque son quienes hacen posible que el barco vaya navegando aún en aguas turbulentas. La tecnología apoya a procesos y éstos son apoyados por personas en un perfecto balance propio de la organización.
¿Podemos garantizar nuestros servicios ante una caída de nuestros sistemas? ¿Contamos con el personal suficientemente entrenado y capaz para lograrlo? ¿Son nuestros procesos tan robustos como nuestros sistemas? ¿Con quién contamos?
Dar continuidad a nuestras empresas ante una indisponibilidad de sistemas es vital para nuestro negocio, aún más el poder tener la flexibilidad necesaria para adoptarnos durante hechos adversos manteniendo la esencia de nuestras funciones.